El trastorno bipolar, o psicosis maniaco depresiva como lo denominábamos cuando yo empecé en esto de la psiquiatría, hace referencia a un cuadro sintomatológico en el que las personas sufren marcadas alteraciones en su estado de ánimo. Y no me refiero a las oscilaciones más o menos evidentes que se observan en la mayoría de mortales, si no en polos marcados de gran exaltación en forma de hiperactividad y ánimo alegre y/o enérgico (manía), que pueden alternarse con otros de tristeza, apatía y desesperanza profunda (depresión). Mientras que en los periodos intercríticos, que pueden ser muy duraderos, la persona está asintomática funcionando con normalidad.
Esa oscilación en el estado del ánimo y actividad desarrollada es muy chocante para el observador externo que, seguramente como la propia persona que lo padece, se muestra extrañado de tan inexplicables y notorios cambios. A mí, al menos, siempre me ha llamado mucho la atención despertando la curiosidad acerca de cuál es la vivencia global de una persona así afectada y cuál es la forma más adecuada de abordar con ella (y sus seres queridos) la situación.
La idea cristalizó en 2013 gracias a la cámara de Liz Obert, fotógrafa y profesora de arte norteamericana diagnosticada ella misma con Trastorno Bipolar tipo II (los periodos de exaltación no serían tan intensos como en el tipo I, alternando con momentos de marcada depresión), que ha recibido diferentes reconocimientos como ser incluida como una de las 10 mejores historias visuales de 2014 por la revista Slate.
El proyecto, denominado "Dualities", gira en torno al retrato de voluntarios diagnosticados de trastorno bipolar en dos momentos bien diferentes entre sí, uno cuando predomina el ánimo depresivo y el otro cuando están en el otro extremo anímico, completándose cada una de las imágenes con unas breves líneas descriptivas de su estado. El trabajo propuesto es un paso más en el sentido de que podamos entender un poco más del padecimiento desde el punto de vista de quien lo sufre en primera persona. Las imágenes ya son elocuentes en sí mismas ("una imagen vale más que mil palabras"), pero si añadimos además los comentarios y reflexiones de sus protagonistas, el resultado final es digno de complementar el más sesudo tratado de psicopatología humanizándolo.
Veamos algunas de estas imágenes a continuación, aunque quizás es más apropiado conocer toda la serie con una visita a su propia página web donde encontraremos 30 de estas pequeñas historias del "ahora sí, ahora no", o completar sus inquietudes y aspiraciones personales en su tablón de Facebook.
Liz Obert también expuso su obra recientemente en la Bienal de Fotografía Documental y Artística que se clausuró el pasado mes de noviembre en Málaga, ciudad en la que me encontraba con ocasión del Congreso de la Asociación Andaluza de Neuropsiquiatría justo el día antes de su clausura en noviembre, pero quiso la mala suerte no me decidiera a visitar la exposición debido al poco tiempo que disponía. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho, porque hubiera sido una gran sorpresa haberme encontrado con sus fotos "en directo". Casualidades duales del destino.
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Descargo de responsabilidad: He utilizado las imágenes sin ánimo de lucro, con un objetivo de investigación y estudio, en el marco del principio de uso razonable - sin embargo, estoy dispuesto a retirarlas en caso de cualquier infracción de las leyes de copyright.
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