Sí, se trata de un ufano caballero que apoya su puño sobre el capó de un elegante coche de gama alta y, a su espalda, una no menos imponente mansión rodeada de un agradable espacio verde. El contexto adecuado para publicitar un vehículo de lujo en una de las abundantes revistas gráficas estadounidenses de principios de los 80. Pero ¿qué mosca me ha picado para traer a colación este aparentemente anodino y convencional anuncio? ¿Qué tiene esta imagen para aspirar al exclusivo honor de ser incluida entre nuestra selección de insólitas psiquifotos?
La respuesta espero quede clara para el final de la entrada. Fijémonos ahora en el texto de la cabecera del anuncio que taxativamente asevera: “Cualquiera que esté pensando pagar 24.000 $ por en un coche de lujo, debería hablar con un psiquiatra”. Parecería que Volvo, la compañía anunciante, preocupada por la salud mental comunitaria bien en auge en aquellos años, presuponía que algo mal de la cabeza tendría que estar aquella persona que pensase que, con tan moderada cantidad, podría acceder al lujo sobre ruedas y en ese caso bien merecía una opinión profesional especializada.
Pero no, la frase tiene un doble sentido cuando nos enteramos que el ufano caballero de la foto se trata, ni más ni menos, que el Dr. John Boston, pero no el de los Bostons de Massachussetts, sino uno de los Bostons de Texas, si hacemos caso a lo que nos cuenta el anuncio. No sabemos si esa procedencia geográfica da mayor credibilidad al encorbatado Dr. Boston, al parecer un hombre mirado en sus dispendios e inversiones automovilísticas, amante de la seguridad, que ya tenía un Volvo del 73 previamente. En cualquier caso, lo cierto es que parece encantado con su probable nueva adquisición.
Y a partir de ahí, nuestro desconocido pero supuestamente notable Dr. Boston, se atreve con todo un análisis de personalidad del eventual comprador del Volvo GLT anunciado: él o ella tendría una intensa necesidad no reprimida de obtener el valor de su dinero, de igual forma que tendría una auto-imagen suficientemente fuerte como para no necesitar un símbolo de status excesivo. Para nuestro buen Dr. Boston estaba claro que pagar 5 ó 10 mil dólares más por un coche equiparable, era no utilizar bien la cabeza. Terminando sus reflexiones para afirmar rotundamente que estaría loco si no considerara la compra del nuevo modelo para él mismo.
Ahora ya tenemos la clave del porqué de la aparición del anuncio en psiquifotos. Además de la envidia (siempre sana, ¡eh!) que me dan los psiquiatras de Texas a la vista del anuncito, me queda la duda de si, más allá del aparentemente avispado juego de palabras y enredo asociado, resulta una buena idea la de poner a un colega anunciando coches, ¡con la fama de raros que tenemos!
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