Si hay alguna foto que merezca ostentar el título de “psiquifoto” por derecho propio, las dos que mostraremos hoy tienen muchos boletos para ello. No sólo nos muestran a una de las figuras de la psiquiatría militar española de la primera mitad del S. XX, sino que conllevan poderes terapéuticos implícitos en ellas mismas.
El Dr. Julio Camino Galicia (1882-1956) fue médico – psiquiatra militar y un gran entendido en hipnosis. Hermano del poeta León Felipe, con quien mantuvo una tórpida relación a lo largo de su vida. Recién acabados los estudios de medicina en 1906 ingresó en el cuerpo de Sanidad Militar, graduándose en 1908 con diversos destinos a lo largo de su vida, incluidas dos estancias en Marruecos. Se interesó bien pronto por la hipnosis, técnica en la que se forma con el Dr. Pérez Valdés de la clínica neuropática del Hospital Provincial de Madrid.
Enfermos atendidos por el Dr. Camino en la Clínica de la Cruz Roja en marzo de 1908. El Liberal, 8 abril 1908.
Tras varios traslados, a su vuelta a Madrid, mantiene una próspera consulta y asiste la Clínica de enfermedades nerviosas de la Cruz Roja. Allí practica con gran eco social la hipnoterapia, siendo miembro de la Societé de Psychologie, d’Hipnologie et de Psichoterapie de París. A la vez, dentro de la carrera militar, entre otros cargos, en 1922 es nombrado Jefe Técnico de la Clínica Psiquiátrica Militar de Ciempozuelos y en 1923 ocupa similar cargo en la Clínica de Observación de dementes del Hospital Militar de Carabanchel. Luego, tras un corto periodo en Marruecos, enseña psiquiatría en la Academia de Sanidad Militar, retirándose voluntariamente del Ejército en 1931.
Pero para quien quiera conocer algo más de su interesante biografía, podrá hacerlo en la página que meticulosamente sigue construyendo Fernando Cadenas sobre las estirpes familiares Camino Galicia, y a quien tengo que agradecer la ayuda prestada en relación con algunos aspectos relacionados con el Dr. Julio Camino.
Él mismo se reconocía como aficionado a la fotografía, habiendo realizado un gran número de ellas para ilustrar tanto sus textos de hipnotismo como de psicopatología, de igual forma que su archivo fue utilizado por otros, como Vallejo Nágera, también en sus tratados. Como anunciaba al principio, hoy nos dedicaremos exclusivamente a dos muy similares entre sí, si bien publicadas en años bien distantes entre ellos.
En sus dos textos principales sobre hipnotismo, de 1919 y 1928, además de describir la técnica para la provocación directa del trance hipnótico, dedica un apartado para provocar “a distancia” el automatismo sugestivo, gracias a lo que denomina “mandatos sugestivoterapéuticos posthipnóticos”, es decir, “los que impone el hipnotérapa al enfermo durante la hipnosis de este para que la realice y cumpla algún tiempo después (que variará de minutos a horas o días) de haber cesado aquella”.
En caso de que el hipnotizado y el hipnotizador estuvieran separados por la distancia, el segundo podría valerse de “intermediarios”, es decir “personas o cosas que puedan pertenecer o se hallen en íntima relación con el hipnotizador, y que este, en un momento determinado, pueda hacer llegar hasta su enfermo (ayudantes, fotografías, cartas, telegramas, etc.)”. La idea sería hipnotizar al individuo, inculcándole la idea de que en el caso de que reapareciera alguno de los síntomas por los que buscó tratamiento, se autohipnotizara, pudiendo recurrir para ello a algún objeto que le recordara al terapeuta.
En caso de utilizarse cartas, “el hipnotizado tendría que conocer previamente los caracteres gráficos de la letra de su hipnotizador y esto tan solo bastará para que la carta que llegue a manos de aquel sea leída y en el acto cumplidas por el mismo cuantas órdenes y mandatos en ella se le impongan y ordenen”. Con este fin también podría echarse mano del telégrafo en casos de verdadera urgencia, pero “para esto es preciso tener siempre sobre aviso a éste (el hipnotizado) del tiempo y del lugar en que nos encontramos a fin de que reconozca (ya que no pueda ser por los caracteres gráficos de la letra) que el telegrama es de nuestro origen y procedencia”.
Pero todo ello, nada comparable al poder sugestivo emanado de una fotografía del médico entregada con fines hipnóticos al paciente. “Una fotografía en que se marque bien la expresión fisonómica del médico cuando está en funciones de hipnotizador, para que aquel, en el momento en que necesite hipnotizarse, concentre su mirada en los ojos de dicha fotografía”. “Una fotografía en la que se destaquen clara y expresivamente en su fisonomía los rasgos de seriedad, imposición y autoridad sugestivo-hipnoterápicas sobre su enfermo”.
De "Hipnotismo e hipnoterapia", 1919.
De "Cómo se hipnotiza", 1928.
Entre algunos de los ejemplos clínicos que aporta dice: “Una enferma mía de mi consulta de pobres de la Cruz Roja, y gran histérica, fue a cumplir una corta condena a la galera de Alcalá de Henares; en su prisión, cada vez que presentía o experimentaba una crisis histeriforme, autohipnotizábase beneficiosamente con la lectura de una orden escrita y con la contemplación de una fotografía mía que yo le había entregado”. Más divertida resulta la siguiente anécdota: “Recuerdo, que en cierta ocasión tuve que mandar retirar del escaparate de una fotografía de esta Corte un retrato mío, por haberse dado el caso de que una de mis histéricas del dispensario de la Cruz Roja, se había hipnotizado en plena calle, ante la contemplación del mismo”. ¡Esa si que era una psiquifoto, y lo demás son cuentos!
El entusiasmo del Dr. Camino Galicia por el poder hipnótico de las fotografías hace que las llegue a considerar “verdaderas reliquias” para el hipnotizado “hacia las que es atraído por el mismo sentimiento de pasión infinita, excelsa y sublime… y no sabrá desprenderse ni ante la misma muerte a la cual pudiera llegar muchas veces bien por impulsos suicidas… en estos casos el hipnótico perfecto arrastrará consigo al sepulcro las referidas cartas, retratos y demás objetos que posea de la pertenencia de su hipnotizador”. Una inquietante atracción que, el autor puntualiza, bien pudiera acarrear algún que otro compromiso o disgusto al practicante no avisado.
Para ilustrarlo echa mano de una anécdota que, si no fuera por el triste desenlace en la que se apoya, no dejaría de tener su punto de enredo e ironía. Los hechos ocurrieron en Madrid, en plena canícula de 1908 y fueron pormenorizadamente relatados en la primera página de El Liberal de 18 de agosto, que el Dr. Camino no dudó en reproducir textualmente en su libro de 1919. En resumen, el diario daba prolija cuenta del suicidio de Francisca Bernal, hija de un pocero de la Villa y agraciada muchacha al servicio de dos señoras viudas de militares y otra de un magistrado, además del joven hijo de una de ellas. Descartado el homicidio y explicándose después como el resultado de un hipotético mal de amores, la buena de Francisca saltó del balcón a la calle, con fatal final para la protagonista. Pero lo mejor estaba por llegar, cuando se encontró entre sus ropas, a la altura del pecho, una fotografía y una tarjeta postal rotos en pequeños trozos. Recompuestos los pedazos, el retrato era el de un hombre joven con uniforme médico militar y la postal, una vista de Valencia, fechada el 9 del mismo mes. En el reverso de ambos documentos la firma “Camino” apuntaba directamente a nuestro entusiasta hipnotizador.
Previsiblemente, el susto que tuvo que suponer para el Dr. Camino la lectura de la crónica hizo que con rapidez remitiera al mismo diario una explicación a tan embarazoso suceso. Igualmente reproduce en su libro ese texto aclaratorio, si bien con una errata en la fecha que cita fue publicado, realmente la página tres del ejemplar del día 22 de agosto y no el día 21 como escribe en su libro. Día arriba o día abajo, se esmera en declarar que atendía a la infortunada Francisca desde tiempo atrás en la consulta de la Cruz Roja, ya que esta venía padeciendo desde hacía un año frecuentes “ataques de locura histérica” y tendencia al suicidio. El día 25 de Julio, dado el inmediato traslado del Dr. Camino a Valencia, la muchacha acudió a la consulta a despedirse. Igual que otros muchos enfermos, solicitó del médico un recuerdo que tomó cuerpo en el retrato dedicado que ya conocemos, siendo completado el lote días después con la tarjeta postal remitida desde Valencia animándola al restablecimiento. Una aclaración que el Dr. Camino se vio impelido a realizar ante el temor a infundados juicios que pudieran derivarse de la folletinesca noticia. Desafortunadamente nunca sabremos porque Francisca arrastró consigo al vacío los trozos rotos de los “intermediarios” que utilizó nuestro protagonista de hoy para que su paciente siguiera cumpliendo sus preceptos facultativos.
Pero se nos ha acabado el tiempo, así que dejaremos para más adelante otras curiosidades fotográficas del Dr. Camino.
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La serie relacionada con el Dr. Julio Camino Galicia completa:
106. Dos psiquifotos con "poderes".
107. La hipnosis en las fotos del Dr. Camino.
108. La práctica hipnótica del Dr. Camino.
109. Galería psicopatológica del Dr. Camino.
112. El archivo fotográfico y otras aficiones del Dr. Camino.
113. Julio Camino y la "inquietante" exposición de 1935.
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BIBLIOGRAFIA.
Camino Galicia, J. Hipnotismo e hipnoterapia (sus aplicaciones a la medicina). Teoría – Fenomenología – Clínica y Técnica. Gráfica Excelsior. Madrid, 1919.
Camino Galicia, J. Cómo se hipnotiza. Manual práctico de psicoterapia hipnóticosugestiva. Imprenta de Antonio Marzo. Madrid, 1928.
Del balcón a la calle. Suicidio. El Liberal. Madrid, 18 agosto 1908: 1.
El suicidio de Francisca Verdial. El Liberal. Madrid, 22 agosto 1908: 3.
Cadenas, F. Biografía del Doctor Don Julio Camino Galicia. Accesible en http://www.leonfelipe.org.es/BiografiaJulioCaminoGalicia.html.
Cadenas, F. Documentos de Julio Camino Galicia. Accesible en http://www.leonfelipe.org.es/DocsJulioCamino.html.
Diéguez Gómez, J. Diéguez Gómez, A. Sobre la introducción del hipnotismo en España: la recepción de los planteamientos de las escuelas francesas. Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria. 2002, 2 (2): 107-123. Accesible aquí.
González de Pablo, A. El hipnotismo en la España del primer tercio del siglo XX. En Montiel, L. González de Pablo (Ed.) En ningún lugar en parte alguna. Estudios sobre la historia del magnetismo animal y del hipnotismo. Frenia. Madrid, 2003: 229-300.
Bandrés, J. Llavota, R. Hipnosis y psicología en la medicina militar española: La obra de Julio Camino Galicia (1882-1956). Rev. Hist. Psicol. 1998, 19 (2-3): 255-260. Accesible aquí.
6 comentarios:
¡Fantástico! Uno se pregunta qué hubiera sido capaz este hombre si hubiera tenido un teléfono móvil...
Por otra poarte, los retratos no mienten en cuanto a su pretensión... sobre todo el primero, que tiene una cara de nigromante que no puede negar.
Pues razón no te falta, Andrés.
Imáginate con una "estampita" de esas en la cartera, a ver como lo explicas.
Desde Barcelona, felicitarte por la página, es impresionante.
Estoy realizando un trabajo de investigación sobre los sanatorios y psiquiatricos durante el franquismo. Si conoces alguna referencia, te lo agradecería mucho.
Un fuerte abrazo y adelánte con tú blog, te repito que para mi opinión tu blog es un gran trabajo.
Gracias
Ruben (contrapsicólogo y antipsiquiatra) ruben.sanchezruiz@gmail.com
Hola "recontraRubén"
Gracias por el interés en el blog.
Puedes buscar posibles referencias a través de las etiquetas (años), aunque no creo que haya mucha bibliografía. De todas formas, como está tu correo, estoy seguro que si hay alguien que conoce algo te lo hará llegar.
Si encuentras alguna imagen de interés, no dudes en compartirla en el blog.
me encanta tu página. segunda o tercera vez que lo digo. me encanta!
lk
¡pues te tendré que dar las gracias por segunda o tercera vez!!!
Encantado de que sigas visitándola... y que si te gusta la recomiendes a los amigos, desde luego.
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