“The pane of glass”, en referencia a lo expresado por una persona con esquizofrenia para explicar lo que sentía se interponía entre ella y el resto de la humanidad, es el título de un libro publicado en 1959 por John Bartlow Martin. En él llamaba la atención sobre las precarias condiciones en las que se encontraban los hospitales psiquiátricos de la época en Estados Unidos, así como las pocas esperanzas de mejoría que abrigaba todavía en esas fechas la numerosísima población (850.000) que estas instituciones encerraban.
Este libro, junto a otros publicados en años anteriores y de los que ya nos hemos ocupado en alguna otra entrada, fueron semilla y motor de lo que para algunos fue la tercera revolución psiquiátrica, y no me refiero simplemente a la introducción de los psico-fármacos, sino al movimiento de la psiquiatría comunitaria.
Pero, a diferencia de los otros libros a los que hacía referencia, el de J. B. Martin no incluye fotografías. Una mala noticia para Psiquifotos, que me hubiera hecho pasarlo por alto de no enterarme que la obra se basaba en una serie de seis artículos escritos en 1956 para el The Saturday Evening Post y por los que fue premiado con el “Franklin Award”. Siendo un semanario de los llamados ilustrados era fácil presuponer que, muy probablemente, cada entrega incluiría alguna fotografía.
Tras algún que otro regateo “internetero”, pude ojear finalmente los ejemplares y ahora incluir con satisfacción el resultado de la búsqueda, que iré presentando siguiendo el guión marcado por cada una de las entregas. Incluiré principalmente las fotos de Larry Keighley que acompañaban el texto de “Inside the Asylum”.
I. Dentro del manicomio. Exactamente el Columbus State Hospital donde, tras presentar el importante problema que la enfermedad mental supone para la salud americana, describe su estructura y funcionamiento, así como la situación de masificación y penuria asistencial dentro del hospital, donde algunos de sus residentes llegaban a tener períodos de ingreso de hasta 75 años. 2.700 pacientes para 1.800 camas presupuestadas (aún un número modesto comparándolo con los 14.000 asilados en el Hospital Pilgrim de Nueva York).
El hospital se extiende por 333 acres, pero está masificado: más gente entra a los manicomios de Ohio al año que aquellos que inician estudios superiores. En 1955, los pacientes rompieron 1677 cristales en estos edificios.
Entre los 2.700 pacientes mentales en “Columbus (Ohio) State Hospital” hay muchos como estos hombres que simplemente se sientan y esperan durante todo el día.
Estos son los privilegiados en Columbus, aquellos suficientemente bien para salir al exterior sin supervisión. La mayoría se contentan con sentarse y charlar. Pero a esta mujer le gusta hacer ejercicio balanceándose en la rama del árbol.
Un fugado y un nuevo paciente llegan a Columbus. Solo el 4% ingresan voluntariamente, aunque la mayoría de primeros ingresos son dóciles. La mejor oportunidad para la recuperación de un paciente se da cuando llega al hospital, entonces recibe un montón de atención.
Esta paciente ha estado aquí 9 años. Nunca habla y, como muchos otros, prefiere el suelo a una silla.
Un caso de depresión aguda. Este hombre puede permanecer inmóvil cruzado sobre la cama durante horas en un estado de melancolía imposible de mitigar.
Enfermeras y auxiliares sujetan a un paciente recibiendo electroshock. Este tratamiento, junto a los tranquilizantes, mejora el manejo de los internos, aunque algunos doctores niegan su valor como terapia.
II. Pabellón de agitados. “Un reportaje sobre los pacientes suicidas y violentos, incluyendo los lúgubres detalles de un terrorífico calvario: el electrochoque” es el subtítulo de la segunda entrega, y después de leer el ambiente institucional y el transcurso de una sesión electroconvulsiva previa a la utilización de anestesia y relajantes musculares, así como algunas de sus “indicaciones”, sin duda que no es exagerado. Escasamente dotados de personal auxiliar, precisamente aquellos profesionales directamente en contacto y por más tiempo con los pacientes, un centenar de pacientes problemáticos podían estar “supervisados” exclusivamente por un cuidador. “Los cuidadores ganan 50 dólares a la semana. Trabajan 44 horas. Algunos trabajan aquí y a la vez tienen otro puesto de trabajo en una fábrica. Esta práctica no ayuda a la eficiencia. Un mal cuidador puede desmontar el trabajo de un buen psiquiatra. Hay dos por pabellón. Más de la mitad son mujeres. La mayoría de cuidadores varones son granjeros u obreros. El hospital lo único que exige para ello es ser ciudadano, residente en Ohio y de entre 18 y 70 años. No todos pueden leer y escribir. Uno es un ex-delincuente, contratado durante la condicional”.
En el multitudinario comedor, donde los problemas pueden surgir de inmediato, un auxiliar dispensa vitaminas, anticonvulsionantes y tranquilizantes a los pacientes del pabellón 8.
Un momento tranquilo en la vida de un paciente violento. Nótense las muñequeras de sujeción. Lleva todas sus pertenencias en los bolsillos.
En cada cambio de turno, las enfermeras del pabellón 8 deben controlar todos los narcóticos. Ayudando a la Srta. Mary Pulsinelly están los cuidadores Robert Rurode y Walter Stratton.
Electrochoque. Enfermeras y cuidadores sujetan a una paciente mientras el Dr. Wilson Shortridge manipula la máquina de choques. Algunos pacientes sufren fracturas durante estos tratamientos.
Este inhóspito cubículo es una “habitación de aislamiento”, reservada para pacientes suicidas, peligroso y problemáticos.
En uno de los destartalados corredores del pabellón 8, un paciente queda como congelado, “atrapando mis nervios”. La plantilla del hospital no se muestran alarmados al verlo; un paciente ha estado haciendo esto durante años.
En uno de los sótanos se encuentra esta “cuna de contención” que antes se usaba para los pacientes violentos, ahora sólo un trasto.
Fotos © Larry Keighley/The Post
Continuará.
BIBLIOGRAFIA.
Martin, J.B. The pane of glass. Harper & Brothers. New York, 1959. Hay una edición del mismo año de Victor Gollancz, London.
Martin, J.B. Inside the asylum (I). The Saturday Evening Post Magazine. 6 octubre 1956: 23-25, 64, 66, 70.
Martin, J.B. Inside the asylum (II). Disturbed Ward. The Saturday Evening Post Magazine. 13 octubre 1956: 42-43, 81, 85-88.
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