Este libro, junto a otros publicados en años anteriores y de los que ya nos hemos ocupado en alguna otra entrada, fueron semilla y motor de lo que para algunos fue la tercera revolución psiquiátrica, y no me refiero simplemente a la introducción de los psico-fármacos, sino al movimiento de la psiquiatría comunitaria.
Pero, a diferencia de los otros libros a los que hacía referencia, el de J. B. Martin no incluye fotografías. Una mala noticia para Psiquifotos, que me hubiera hecho pasarlo por alto de no enterarme que la obra se basaba en una serie de seis artículos escritos en 1956 para el The Saturday Evening Post y por los que fue premiado con el “Franklin Award”. Siendo un semanario de los llamados ilustrados era fácil presuponer que, muy probablemente, cada entrega incluiría alguna fotografía.
Tras algún que otro regateo “internetero”, pude ojear finalmente los ejemplares y ahora incluir con satisfacción el resultado de la búsqueda, que iré presentando siguiendo el guión marcado por cada una de las entregas. Incluiré principalmente las fotos de Larry Keighley que acompañaban el texto de “Inside the Asylum”.
I. Dentro del manicomio. Exactamente el Columbus State Hospital donde, tras presentar el importante problema que la enfermedad mental supone para la salud americana, describe su estructura y funcionamiento, así como la situación de masificación y penuria asistencial dentro del hospital, donde algunos de sus residentes llegaban a tener períodos de ingreso de hasta 75 años. 2.700 pacientes para 1.800 camas presupuestadas (aún un número modesto comparándolo con los 14.000 asilados en el Hospital Pilgrim de Nueva York).
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II. Pabellón de agitados. “Un reportaje sobre los pacientes suicidas y violentos, incluyendo los lúgubres detalles de un terrorífico calvario: el electrochoque” es el subtítulo de la segunda entrega, y después de leer el ambiente institucional y el transcurso de una sesión electroconvulsiva previa a la utilización de anestesia y relajantes musculares, así como algunas de sus “indicaciones”, sin duda que no es exagerado. Escasamente dotados de personal auxiliar, precisamente aquellos profesionales directamente en contacto y por más tiempo con los pacientes, un centenar de pacientes problemáticos podían estar “supervisados” exclusivamente por un cuidador. “Los cuidadores ganan 50 dólares a la semana. Trabajan 44 horas. Algunos trabajan aquí y a la vez tienen otro puesto de trabajo en una fábrica. Esta práctica no ayuda a la eficiencia. Un mal cuidador puede desmontar el trabajo de un buen psiquiatra. Hay dos por pabellón. Más de la mitad son mujeres. La mayoría de cuidadores varones son granjeros u obreros. El hospital lo único que exige para ello es ser ciudadano, residente en Ohio y de entre 18 y 70 años. No todos pueden leer y escribir. Uno es un ex-delincuente, contratado durante la condicional”.
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Fotos © Larry Keighley/The Post
Continuará.
BIBLIOGRAFIA.

Martin, J.B. The pane of glass. Harper & Brothers. New York, 1959. Hay una edición del mismo año de Victor Gollancz, London.
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Martin, J.B. Inside the asylum (I). The Saturday Evening Post Magazine. 6 octubre 1956: 23-25, 64, 66, 70.
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Martin, J.B. Inside the asylum (II). Disturbed Ward. The Saturday Evening Post Magazine. 13 octubre 1956: 42-43, 81, 85-88.
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