Interesado en incluir alguna imagen de un niño llorando y gritando, Darwin se dirigió a Reijlander solicitándosela, al parecer con cierta impaciencia. El fotógrafo llegó a quejarse de la prisa con que Darwin le requería las imágenes, así como la dificultad para conseguir alguna de ellas. Especialmente complicado le resultaba fotografiar un niño llorando, cuya imagen, con toda probabilidad, saldría movida debido a los prolongados tiempos de exposición requeridos para impresionar la placa fotográfica, sobre todo en el oscuro invierno británico que aconsejaba esperar a la mayor luminosidad primaveral para intentar la toma.
La imagen finalmente conseguida por Reijlander ya había sido expuesta previamente a su publicación en el texto de Darwin, alcanzando tanta fama que fue una de las más distribuidas de la era Victoriana. Un “best seller” fotográfico de la que dicen, seguramente de forma exagerada, que Reijlander imprimió miles de ella en diferentes formatos. En cualquier caso, un importante éxito económico para el artista y un curioso motivo de consumo del que seguramente pocos sabían los motivos científicos por los que originalmente se había encargado.
Fue tal la popularidad alcanzada por el berrinche del niño que pronto fue bautizado como “Ginx’s Baby”, en referencia a un librito satírico de gran impacto en su tiempo. La novela homónima iba dirigida a llamar la atención frente al descuido por las autoridades en el cuidado de los hijos de los pobres. Trata de la desgracia del decimotercer hijo de un pobre diablo, quien intentó tirarle desde un puente al no poder hacerse cargo de él. A partir de ser recogido y entregado a una monja católica, el dinero destinado a su cuidado fue dilapidado en disputas entre los grupos católicos y protestantes que contendían por su cuidado.
La fotografía final, si bien fue un éxito en cuanto a la sensación de instantaneidad, adolecía de una serie de limitaciones para su publicación. Por una parte, la imagen del niño resultaba relativamente pequeña, debiendo ser ampliada para facilitar la percepción de los detalles expresivos, lo que sería muy difícil de lograr con la técnica del heliotipo disponible, además de que así también se ampliarían algunos defectos químicos observables en el negativo.
Ante estas limitaciones, Reijlander optó por el retoque de la imagen. Para ello, probablemente proyectó la imagen original ampliada, lo que sirvió de plantilla para redibujar fielmente, con tiza blanca, negra y sepia, al niño sobre el papel. El resultado es una réplica muy convincente de la foto original, que a su vez fue fotografiada, siendo ésta la imagen que finalmente fue reproducida en el libro de Darwin. La copia muestra sin embargo algunas diferencias con el retrato original, siendo la más evidente la incorporación de un apoyabrazos para dar la impresión de que el bebé está en un pequeño sillón.
Heliotipo del Ginx's Baby, tal y como se publicó.
Darwin comentó que sus ilustraciones fotográficas eran “copias fidedignas, muy superiores para sus objetivos a cualquier dibujo, por muy cuidadosamente que fuera ejecutado”, no siendo muy explícito, sin embargo, sobre las manipulaciones a las que algunas de ellas habían sido sometidas. Son precisamente esas manipulaciones (el dibujo de la foto del niño, la eliminación de los electrodos en las fotos de Duchenne, las dramatizaciones de Reijlander…), las que dan pie a algunas críticas procedentes de los anti-evolucionistas que firman titulares como “con fotos trucadas Darwin justificó teoría evolucionista”.
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BIBLIOGRAFIA.
E. Jenkins. Ginx's baby: his birth and other misfortunes. London Strahan. 1870. Accesible aquí.
Kinnane, G.C. A popular Victorian satire: "Ginx's Baby" and its reception. Notes and Queries. 1975. 22 (3): 116-117.
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1 comentario:
Cool!
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