lunes, 23 de febrero de 2009

45. Salud mental y medios de comunicación.

He estado recientemente en Avilés. Fue el jueves pasado, inicio de sus Carnavales y Día de Comadres (por lo visto, ocasión tradicional para salir a merendar o cenar ellas juntas), cuando tuvo lugar el encuentro sobre “salud mental y medios de comunicación”, organizado por la Asociación Asturiana de Rehabilitación Psicosocial y la Asociación AsturGalaica de Tratamiento Asertivo Comunitario a través de Juanjo Martínez Jambrina.

El resumen más resumido que podría hacer del encuentro: La necesidad de seguir progresando en un mayor conocimiento e interrelación entre el mundo periodístico y los protagonistas implicados en torno a la salud-enfermedad mental. El entendimiento y comprensión entre ambos bandos en el relato de esta a veces dura historia, es el camino para superar los prejuicios y estigmas asociados al enfermo mental reproducidos en los medios de comunicación. Así lo presentó el psiquiatra gallego Enrique Durán, finalmente moderador de la mesa.



Las imágenes en las noticias.

Ander Galdeano presentó algunos datos de su investigación en cuanto a la representación de la enfermedad mental en los medios de comunicación. Por una parte, como no podía dejar pasar por alto, me llamó la atención saber que el 50,9 % de las noticias estudiadas en prensa, en las que aparecía un término relacionado con la salud mental, aparecía una imagen gráfica. No hubiera apostado por ello, aunque durante la espicha posterior tuve tiempo para aclararlo, y lo explicaré sucintamente con el mismo ejemplo que me sirvió a mi para entender tan aparentemente alta tasa de material para “imágenes de la psiquiatría” en los periódicos: muchas de las noticias seleccionadas en el estudio podrían hacer referencia a “ansiedad” (u otro término psiquiátrico) en algún personaje conocido, acompañándose la noticia de su retrato lo que hacía crecer el numerador. Como contrapunto, Daniel Rodríguez de AFESA completaba la perspectiva reclamando un abanico mayor de imágenes asociables a las noticias relacionadas con la salud-enfermedad mental, casi siempre girando al tópico de la penumbrosa imagen del individuo aislado y desesperadamente vuelto hacia si mismo. Eso si me sonaba más.

Fue interesante escuchar de boca del veterano periodista Eugenio Suárez, propietario de “El Caso” y “Sábado Gráfico” que incluso en publicaciones poco dadas al pudor necrofílico como fue alguna de las anteriores, existía un compromiso tácito para no referirse muy detalladamente a los casos de suicidio y mucho menos a representarlo gráficamente, en el mejor afán preventivo del llamado "Efecto Werther" (termino acuñado en alusión a la ola de suicidios provocada por la novela de Goethe). No me atreví a preguntarle luego por el archivo de imágenes de "El Caso" y si se conservaban muchas relacionadas con la psiquiatría, ¡menudas entradas potenciales para psiquifotos!, no sabiendo si este había sido recuperado tras su desaparición.

Enfermedad mental, prensa y violencia.

Más allá de estas obligadas referencias a lo que se comentó sobre las imágenes gráficas, los datos estadísticos de Ander confirmaban la impresión general de que el enfermo mental es más probablemente sujeto de una noticia cuando esta va vinculada a la violencia. Nada nuevo para la mayoría de los allí presentes y denunciado enfáticamente por Fernando, representante de los usuarios de los servicios. También lo confirmó, desde la óptica de lo que en estos momentos resulta más noticiable y vendible, Jordi Bernal, otro de los periodistas participantes. Además reclamó para su profesión la necesidad de autorregularse sin excesivas ingerencias externas, a la vez de poner sobre la mesa otros condicionantes que mediatizan al reportero para entender mejor la situación.

El reportero gráfico como daño colateral.

Pero ha sido precisamente el propio periodista que cubrió la noticia del encuentro quien ha llamado mi atención sobre un aspecto al que por mi parte, a pesar de conocerlo, no había dado suficiente importancia como para planificar su inclusión en psiquifotos. El impacto emocional que los hechos narrados o fotografiados tienen para quien fue testigo de ellos. Impacto que cuando la noticia es de suficiente dramatismo, cuando menos dejará un poso de desazón y en alguna ocasión cicatrices psicológicas difícilmente superables.

Fue el precio que pagaron dos famosos premios Pulitzer, casualidades de la vida los dos de 1994, por sus fotos. El primero, el canadiense Paul Watson, por las imágenes del cuerpo desnudo de un tripulante de un helicóptero estadounidense abatido en Mogadiscio, arrastrado y profanado por una turba enfurecida. Watson nos dice en su libro “Where War Lives”, escrito para calmar sus propios fantasmas: "El momento de la elección (tomar la foto o no), en el remolino de polvo y sudor, el odio y el miedo, sigue atrapado en mi mente, negándome la paz: justo cuando estaba a punto de presionar el obturador de la cámara, el mundo se quedó quieto, todo a mi alrededor iba como en una borrosa cámara lenta y oí la voz: "Si haces eso, me apropiaré de ti para siempre"”. Lo hizo, ganó el premio Pulitzer, pero las imágenes lo poseyeron, haciéndole caer en un estado depresivo y abusar de diferentes sustancias. Diagnosticado de trastorno por estrés postraumático, necesitó de tratamiento psiquiátrico.


El segundo, el sudafricano Kevin Carter, mereció el premio por una imagen que recoge a una escuálida niña, doblada sobre si misma, aparentemente incapaz de llegar a un centro de ayuda próximo, mientras en las cercanías parece acechar vigilante un buitre. “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”, dijo al recibir el premio. Unos meses después se quitaba la vida. Lo más inquietante de todo es que quizás la historia real no fuera tan evidente como parece reflejar la imagen, pudiendo haber precipitado el fatal desenlace no sólo la culpa por la foto, sino la presión social acusadora vivida por el fotógrafo.




BIBLIOGRAFIA.



Galdeano Mondragón, A., Ocio León, S., Barbadillo Izquierdo, L., López Fernández, I., Antolín Suárez, J., Txarterina Montero, E. Prensa: violencia y estigmatización de la enfermedad mental. Anales de psiquiatría. 2008, 24 (3): 121-129.




Salud Mental y Medios de Comunicación – Guía de Estilo. Ed. FEAFES 2003. Accesible aquí.













Martínez Azumendi, O. Periodistas y reporteros gráficos como agentes de cambio en psiquiatría. Imágenes-denuncia para el recuerdo. Revista de la Asociación Española de neuropsiquiatría, Vol. XXV, nº 96, Octubre/Diciembre 2005, páginas 9-28. Accesible aquí.





Watson, P. Where War Lives. McClelland & Stewart, 2007.











4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, como siempre, por tu extraordinario trabajo.
Verdaderamente uno piensa que si hay un archivo de El Caso daría como mínimo para una tesis doctoral en psiquiatría. desde ya me comprometo a dirigirla...
Gracias. Andrés Porcel.

Juanjo Jambrina dijo...

Excelente, Oscar.


El artículo de La Nueva España lo firma UNA buena periodista llamada Miriam Mancisidor que hizo una excelente síntesis del acto.

Oscar Martínez Azumendi dijo...

TheoSarapo, ¡muchas gracias por la aclaración del origen de M.M. en la firma de la noticia!. Es de justicia reconocer su aportación. Para que se pueda seguir entendiendo el comentario con la aclaración dejo lo de "EL periodista" en el texto principal.

Anónimo dijo...

HAY TESIS QUE NO SE SUSTIENEN DESDE EL PUNTO DE VISTA PERSONAL DEL ESCRITOR,PERO SI DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL PERJUDICADO