A principios de 1975, Burton Blatt consideró la idea de revalorar los posibles cambios que pudieran haberse dado tras el escándalo desatado por su investigación de la década anterior. Para ello, en esta ocasión con la ayuda de Andrejs Ozolins y Joe McNally, revisitó las instituciones del primer trabajo, así como otras cuantas más que ampliaban la primera muestra.
Lo que vieron (y fotografiaron en unos 3.000 negativos), aunque con un ostensiblemente mejor aspecto ambiental que lo denunciado años atrás y a pesar de las inversiones realizadas, les convenció sin embargo de la ineficacia de las macro instituciones. Irónicamente, lo que empezó siendo un registro fotográfico del progreso y reformas alcanzadas en los años previos, gradualmente se fue transformando en una llamada a la desinstitucionalización de las personas discapacitadas y defensa de los abordajes comunitarios.
En referencia a los discapacitados severos escriben: “Los edificios eran los mismos. Menos poblados, menos sucios, con menos olor a suciedad, pero los mismos… más gente iba vestida, pero no de forma que significase una gran diferencia. No había internos que tuvieran ropas propias… con un montón comunal de vestimentas… Para muchos de los internos no hay actividades, no hay distracción, no hay educación, no hay salida de una rutina sin propósito alguno”.
De uno de los edificios-escuela refieren: “Incluso los profesores parecen haber cedido al aturdimiento de la falta de propósito institucional que domina los dormitorios custodiales. -Aquí no hay progreso-, dicen resignadamente, -si te quejas pidiendo cambios o mayor apoyo, quedas marcado-”
“Cuanto más veía, más convencido me mostraba de que la gente no era institucionalizada en su beneficio, sino por su dinero” (en referencia al enorme gasto que las macroinstituciones suponían frente a otros entornos más reducidos), necesitándose asilar cuantos más individuos mejor para recibir las subvenciones oportunas.
Aun reconociendo grandes mejoras desde el punto de partida anterior, con ojo sensible y perspicaz señalan un cúmulo de incongruencias y contradicciones ambientales que tras su lectura no parecen muy alejadas de lo observable hoy en día en algunas de nuestras instituciones residenciales.
Pero Blatt no se cierra a la esperanza, finaliza el libro con un capítulo dedicado a posibles alternativas que toma de ciertas experiencias ejemplares, donde la preocupación por el ser humano continuaba siendo su principio rector. Programas pedagógicos diseñados a medida de las necesidades individuales y toda otra serie de actividades ocupacionales y recreativas que enriquecían la vida, tanto de los allí residentes, como de otros desplazados diariamente desde su comunidad de origen.
Las conclusiones (junto al mejor deseo para la década siguiente) fueron resumidas con una serie de imágenes emparejadas y sus respectivos pies, comparando un tipo de instituciones y otras.
Ahora sabemos que personas con diferentes destrezas pueden trabajar juntas, compartiendo responsabilidades para cuidar de sus necesidades.
Sin embargo, la institución no refleja este conocimiento. En nuestra opinión, no puede hacerlo.
Sabemos, o tendríamos que saber, que la hora de la comida puede ser un momento para compartir, de sentimientos de afecto y comunidad.
Pero la comida en la institución continúa siendo una “hora de comer”, con auxiliares patrullando.
Estas personas “retrasadas mentales” pueden reunirse alrededor de la mesa de la cocina al atardecer, para escuchar los viajes de Alejandro Magno.
¿Por qué debe esta escena continuar día tras día en la institución?
Hemos visto que una persona puede estar sola pero no en soledad, porque lo que está haciendo tiene un papel en la vida de su comunidad.
Pero en la institución, una persona está casi siempre aislada, aunque rodeada de otros.
Y hemos visto que, tanto para las personas con retraso mental como para cualquier otra, la vida puede tener el ritmo de las cosas corrientes, como llegar a casa del trabajo y leer el periódico.
Las personas en las instituciones todavía están esperando la oportunidad para experimentar lo corriente.
BIBLIOGRAFIA
Burton, B. Ozolins, A. McNally, J. The Family Papers: A Return to Purgatory. The new renaissance. n 10. 1978; III (2):16-35.
Burton, B. Ozolins, A. McNally, J. The Family Papers: A Return to Purgatory. Longman. New York, 1979.
2 comentarios:
Interesante y sugerentes los post que vas colgando.
Hay una pelicula: EL GUARDIAN DE LA MEMORIA; en la que muy breve y sucintamente, aparece la imagen de un depósito de "niños diferentes"; Tal y como aparecen en las fotos de tu blog.
Al respecto algo hemos tocado, de forma muy general, en EUPSIKE WEBLOG, reivindicando el papel de los niños diferentes: crie du chat, Cornelia de Lange... que en Bizkaia se agrupan en la Asociación u ONG ALIND.
Meltxor dixit
Gracias Meltxor. He sentido curiosidad y he buscado en Eupsike (resulta que luego estaba de las primeras) lo que nos dices. Para que otros no se mareen buscando: http://grupoeupsike.wordpress.com/2008/12/16/eligiendo-nacimientos/
Gracias
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