Life, tras su anterior artículo de 1946, y de nuevo a través de la pluma de Albert Q. Maisel junto al adecuado apoyo fotográfico, publicó en 1951 una revisión de la situación en la que se encontraban los hospitales mentales. Para ello, Maisel dedicó 6 meses visitando 30 instituciones psiquiátricas de costa a costa de los EEUU. El subtítulo resume perfectamente la crónica: "Como consecuencia de lo destapado hace cinco años, los estados rescatan a los hospitales -e internos- del caos".
Foto: Charles Lord.
Foto: Werner Wolf.
Aún reconociendo que todavía quedaba mucho por hacer, empezando por aumentar significativamente la plantilla profesional, el artículo deja constancia del tremendo cambio observado en unos pocos años en los resultados hospitalarios globales. Las altas habían aumentado un 25 % desde 1946, mientras que la diferencia entre ingresos y altas se iba estrechando año a año, afirmándose "hoy, por primera vez en un siglo, la posibilidad de una inversión en el crecimiento de la población en los hospitales psiquiátricos en estos momentos aparece como un objetivo alcanzable".
Foto: A.Y. Owen.
Sin recurso todavía a los modernos tratamientos farmacológicos que vendrían unos pocos años después, el artículo describe como jóvenes e ilusionados psiquiatras pudieron entusiasmarse “escuchando” a sus pacientes. El Dr. Mott fue uno de aquellos que en 1949 fue capaz de dedicar un cierto tiempo al día a escuchar a una mujer, ya mayor, considerada como “incurable” y condenada durante años a vegetar autista y desatendida en Topeka. Pocos meses después, tras varios años de internamiento, salía del manicomio y conseguía un empleo como acompañante de un enfermo del corazón. Sin duda una historia feliz, que no sabemos cuantas veces pudo repetirse, pero en todo caso optimista y esperanzadora y que el mismo artículo asegura ser una más entre varios cientos.
Foto: A.Y. Owen.
En 1948 había en Topeka tres médicos sin formación psiquiátrica que contaban con el apoyo de una enfermera y 116 auxiliares para el cuidado de 1.800 internos. No había ningún otro tipo de profesionales ni laboratorios de pruebas complementarias. Sólo 41 enfermos fueron dados de alta ese año. Cuando se desató el escándalo, tal y como tristemente suele resultar en circunstancias similares, sólo tuvieron que pasar 8 meses para que el Gobernador actuara y solicitara el apoyo de los hermanos Will y Karl Menniger que tenían su clínica cerca. La Fundación Menninger, de orientación bio-psico-social, con una importante inspiración psicodinámica e interesada en la terapia institucional, envió a 11 jóvenes psiquiatras en formación, así como 40 médicos de otras especialidades se pusieron a disposición para la interconsulta de un colectivo especialmente necesitado de cuidados somáticos. La plantilla médica a tiempo completo se incrementó a 12, de ellos 9 psiquiatras y la enfermera se relajó algo con la llegada de otras 26. En poco tiempo se doblaron los auxiliares , además de llegar 7 trabajadores sociales y 6 psicólogos. En menos de 2 años, la ocupación descendió el 15 % permitiendo disminuir el hacinamiento sin construir nuevos edificios.
Foto: A.Y. Owen.
Foto: A.Y. Owen.
En el mejor estilo de los anuncios de "Antes y después". Fotos: Ernest Borror, Myron Davis.
El Hospital de Logansport es otro de los ejemplos relatados en el artículo. Atendidos sus 2300 paciente hasta 1949 por una plantilla de 3 médicos ya mayores y 6 enfermeras. Se calculó que de 1945 a 1948 los pacientes pasaron 190.000 horas al año atados en una especie de cadena perpetua de la que sólo liberaba definitivamente la malnutrición, tuberculosis, maltrato y abandono. La llegada del Dr. Jhon A. Larson, en marzo de 1949, supuso un dramático vuelco en la inercia institucional, posibilitándose el incremento de la plantilla, formación continua, disminución de las sujeciones e introducción de nuevos tratamientos psico y socioterapéuticos. Todo ello supuso sin duda un coste añadido al estado de Indiana, pero las altas y permisos casi se doblaron en 2 años para 1950. Esto permitió doblar asimismo los ingresos, ganando el equivalente a 500 nuevas camas tras dos años de tratamiento hospitalario intensivo.
Más de "Antes y después". Fotos: Ernest Borror, Myron Davis.
Foto: Robert W. Kelley.
Foto: Myron Davis.
Foto: Minneapolis Morning Tribune.
Y esta última foto, aunque esperanzadora de un futuro mejor para los enfermos mentales, deja constancia una vez más de lo mucho que les gusta a los políticos hacerse fotos, aquí en una poco verosímil quema de camisas de fuerza, ¡ni más ni menos!
Tengo que reconocer que esta entrada me resulta especialmente interesante por dos motivos principales. Por una parte, la constatación de cómo las denuncias públicas fundamentadas (en este caso, como en otros, no precisamente provenientes de los cuerpos profesionales) tienen su utilidad en la mejora asistencial.
Por otra, aunque es evidente que muchos de los logros de la psiquiatría, tal y como la conocemos hoy en día, no serían posibles sin los actuales tratamientos farmacológicos, también es cierto que en contra de lo que a veces nos tientan a creer de forma parcial e interesada, ya antes de la introducción de los modernos psicofármacos el cambio asistencial y pronóstico fue posible. Se consiguió "simplemente" mejorando los recursos asistenciales y desarrollando otros tipos de tratamientos alejados de la mera coerción. En este sentido, tampoco podemos pasar por alto que, hoy en día, ya con disponibilidad de potentes psicofármacos, en aquellos lugares donde no es posible otra asistencia que la puramente custodial (como en el caso del interno del hospital de Bukabu de la entrada 11 fotografiado por Cendón), estos no son más que modernas camisas de fuerza química que no han conseguido liberar todavía a los enfermos de sus cadenas.
Un alegato a favor de la necesidad y eficacia de abordajes integrales, para no perder de vista en estos tiempos de despistada megalomanía.
BIBLIOGRAFIA.
Maisel, A.Q. Scandal results in real reforms. Life, 12 noviembre 1951. 31(20): 140-154.
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