Sabemos que el interés de la prensa, escrita o gráfica, no siempre va dirigido a fines como los anteriores, llegando a hacernos temer sus intervenciones en relación con la enfermedad mental por el riesgo de ocuparse exclusivamente de los aspectos más tenebrosos, inquietantes y estigmatizadores de la misma. Una asociación que ha sido más frecuente de lo deseable desde que los medios de divulgación masivos aparecieron. Así lo ejemplifica el famoso grabado de 1735 de William Hogarth, que cerrando la serie de “A Rake’s Progress” nos muestra diversas figuras, que tras perder toda inhibición social encarnan y representan los diversos tópicos asociados a la locura. Horrores y dislates bien conocidos por la sociedad londinense que acudía a pasear entre sus parques para divertirse con la contemplación de los allí asilados, tal y como también recoge el grabado.
En la actualidad, la relación entre los profesionales de la salud mental y los de la información, aunque no especialmente controvertida, sin embargo no está libre de algún reparo por parte de los primeros, habiéndose aconsejado diversas actitudes y estrategias tanto para favorecer la interrelación como otras dirigidas a objetivos específicos como puede ser la reducción del estigma asociado a la enfermedad mental. Por otra parte, para algunos afectados por una enfermedad mental el trato recibido desde los medios de comunicación no es el adecuado, desarrollando diversas iniciativas para combatirlo, de igual forma que diversas asociaciones profesionales y de familiares han elaborado páginas informativas y “guías de estilo” dirigidas a los medios de comunicación. Con este tipo de materiales se pretende no sólo advertir y proporcionar recursos a los profesionales de la comunicación, sino también concienciarles y orientarles para que las personas afectadas por una enfermedad mental reciban un tratamiento mediático justo y adecuado según su punto de vista. Todo ello inscrito en una propuesta de autorregulación que es considerada por algunos profesionales de la información, seguramente con toda lógica, como una iniciativa que les corresponde sólo a ellos mismos decidir.
Es posible que cierta actitud de aprensión frente a los medios de información pueda estar justificada en la facilidad con que estos suelen abusar del tópico poco constructivo. Sin embargo, desde esa óptica corremos el riesgo de perder de vista el importante papel que la prensa ha tenido en muchos lugares y circunstancias históricas, tanto en la sensibilización de la población frente a la enfermedad mental como en la denuncia de situaciones de claro abuso o descuido de los derechos de los enfermos. Compromiso este que también con frecuencia ha sido pasado por alto desde los ámbitos profesionales de la salud mental.
Para ello voy a proponer un recorrido que discurrirá cronológicamente desde los años 40 (como reflejo de la etapa asistencial más sombría de nuestra historia reciente) para irse acercando por décadas a la actualidad (una vez llevados a cabo los procesos de desinstitucionalización, con mejor o peor resultado). Con el mejor deseo de focalizar sobre el previsible impacto social, me basaré en imágenes que vieron la luz principalmente en publicaciones periódicas de alta tirada. Además me circunscribiré principalmente al mundo desarrollado occidental, para lo que iré saltando quizás de una manera ligeramente forzada entre diferentes países.
Un posible esquema (si no me voy por los cerros de Úbeda con otros contenidos) sería:
* 1910s. Rodríguez Lafora, un pionero de la fotografía denuncia. España: Revista "España" (Ver entrada 89).
* 1940s. Imágenes denuncia como motor de cambio. EEUU: Revista Life, Readers Digest (Ver entradas 19, 21 y 22).
* 1950s. Las limitaciones impuestas por el "pudor" o censura. Francia: Revista Realities (Ver entrada 23).
* 1960s. Reivindicando la desinstitucionalización con imágenes. EEUU: Revista Look, "Christmas in Purgatory" (Ver entradas 25 y 26). Italia: “Gli esclusi” y “Morire di classe” (Ver entradas 27 y 32).
* 1970s. Ejemplos gráficos del tardofranquismo y transición en España. Triunfo, Sábado Gráfico, Interviu, Punto y Hora... (Ver entradas 33, 34 y 35).
* 1980s. Campañas tras la desinstitucionalización. Gran Bretaña: "The Forgotten Illness" (Ver entrada 36). Los últimos escalofriantes manicomios en Europa. Grecia: La isla de Leros (Ver entrada 37).
* 1990s. Debatiéndose entre el rechazo o la aceptación de ayuda. Rusia (Ver entrada 38). Importancia de las imágenes para las ONGs. La situación en la Europa del Este. (Ver entrada 48).
* 2000s. Recientes premios periodísticos. EEUU: The New York Times (Ver entrada 49). Una mirada a los países en desarrollo. Asia: Time Magazine; Sudamérica: Newsweek (Ver entrada 51).
* Consideraciones éticas finales acerca de la confidencialidad y la publicación de imágenes de pacientes psiquiátricos.(Ver entrada 52).
Ya que van a ser imágenes tristes y duras la mayoría de ellas, seguramente que alguna interrupción con entradas de contenidos menos agobiantes será bienvenida a lo largo del tiempo que nos durará esta entrega.
Finalmente, y a la luz de lo así expuesto, puede ser un saludable ejercicio de reflexión y autocrítica considerar y juzgar que instantáneas dejaríamos para el recuerdo si nuestra práctica cotidiana fuera fotografiada con ojo crítico por un reportero como los referidos. ¿Una práctica aconsejable para la acreditación de calidad de nuestros servicios?.
BIBLIOGRAFIA
Byrne, P. “Psychiatry and the media”. Advances in Psychiatric Treatment. 2003; 9: 135–143. Disponible aquí
FEAFES. Salud Mental y Medios de Comunicación – Guía de Estilo. Ed. FEAFES 2003. Disponible aquí.
Martínez Azumendi, O. Periodistas y reporteros gráficos como agentes de cambio en psiquiatría. Imágenes-denuncia para el recuerdo.Revista de la Asociación Española de neuropsiquiatría, Vol. XXV, nº 96, Octubre/Diciembre 2005, páginas 9-28. Disponible aquí.
Salter, M. “Psychiatry and the media: from pitfalls to possibilities”. Psychiatric Bulletin. 2003; 27:123-125. Disponible aquí.
Salter, M; Byrne, P. “The stigma of mental illness: how you can use the media to reduce it”. Psychiatric Bulletin. 2000 ; 24: 281-283. Disponible aquí.
2 comentarios:
Hola Oscar,
Bien sabes que yo de este tema no entiendo nada y te leo por afinidad personal. Pero la propuesta contenida al final de tu post me parece un poco fuera de tono. Bastante burócrata tenemos que aguantar en todas nuestras profesiones bajo el dudoso paraguas de la calidad y su acreditación como para que tú les des ideas. Que los actos profesionales también tienen su intimidad y, por supuesto, sus miserias. ¿O es que ellos se meterían un fotógrafo en su vida diaria para acreditar así la bondad/calidad de todos sus actos?.
Pues razón no te falta, Buho. Sobre todo si hacemos una lectura muy literal del parrafito. Compruebo entonces que no he sabido trasmitir la ironía que buscaba, un poco hastiado como tú de burócratas y otros vividores del cuento, más preocupados por índices, “ratios”, medias y otros numeritos, que de la realidad asistencial y su adecuación.
Pero tranquilo, me figuro que, aunque con unas cuantas capas más de barniz tecnocrático, reaccionarán a mi propuesta de forma similar a sus antecesores en la administración. Ya en su día, intentaron (y muchas veces consiguieron) prohibir la divulgación de las imágenes de las que nos vamos a ocupar, así como castigar a sus autores. Curiosamente todo ello en base al interés de los propios pacientes ¡tiene bemoles!
El comentario era sólo una especie de “provocación”, que quería llamar la atención sobre las generalmente peores condiciones asistenciales (al menos institucionales) en las que se encuentran los pacientes psiquiátricos en relación con el resto de enfermos (aquí y en la Conchinchina). De los “actos profesionales” ya hablaríamos en otro momento.
De paso, gracias por leerme. Yo también suelo entretenerme contigo. En http://elblogdebuhogris.blogspot.com, por si hay alguien al que le interese algo más que las psiquicosas.
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