En estos días de tanto “esperanzador hito histórico” y “Obamanía”, viene a cuento lanzar una breve mirada al impacto que las actitudes racistas han tenido sobre la asistencia a la enfermedad mental. Para empezar propongo, al más puro estilo de nuestra infancia, lo siguiente: “¡Adivina, adivinanza! En los tiempos coloniales, en un manicomio ultramarino, ¿quién mandaba más: el loquero indígena o el orate blanco?"
La respuesta, que daré un poco más adelante, me la descubrió sin pretenderlo una aparentemente anodina fotografía que el azar quiso cayera en mis manos. Se trata de una imagen a la albúmina de 8,7 x 9,5 cm., tomada alrededor de 1870 y ya ligeramente velada. En su reverso lleva escrito a lápiz “Lunáticos en el manicomio de Borella, Colombo”.
Borella era una pequeña ciudad de Sri Lanka, la antigua isla de Ceilán al sur de la India, actualmente absorbida dentro de su capital, Colombo. En esa época era colonia británica y allí se construyó uno de los primeros asilos para enfermos mentales de esa parte del mundo. La British Library londinense conserva una fotografía coloreada a mano del hospital tomada en 1852.
Asilo de lunáticos, cerca de Colombo. Fotografiado por Frederic Fiebig (1852). Pertenece a una colección de 70 vistas de Ceilán adquiridas en 1856 por la Compañía Oriental de Indias.
El hospital de alienados de Borella fue uno de los que Florence Nightingale, la gran impulsora de la enfermería moderna e interesada en epidemiología y estadística sanitaria, recibió en 1862 información para su “Sanitary Statistics of Native Colonial Schools and Hospitals" (1863). Preocupada por la mejor manera de “civilizar” a los niños nativos y diferentes razas sin destruirlas, solicitó le enviaran datos de morbi-mortalidad desde escuelas y hospitales coloniales, con especial atención a los devastadores efectos que la introducción de bebidas alcohólicas supuso para las enfermedades del cerebro y sistema nervioso, además de las hepáticas (al parecer no tan frecuentes en Ceilán comparando con una mortalidad del 1,5 % en hombres y 3,2 % en mujeres para las enfermedades del cerebro y nerviosas).
Volviendo a la imagen que conservo parece claro que su objetivo fue exclusivamente retratar el grupo humano que allí posa hierático, ocultando casi totalmente una especie de bancos sobre los que se apoyan unos grandes tiestos circulares. Al fondo, la espesura no nos da ninguna pista acerca del aspecto institucional del asilo. El grupo está compuesto por nativos y europeos, con diferentes indumentarias que sin duda nos hablan de diferentes niveles de poder y estatus. Entre ellos, uno parece agachar avergonzado la cabeza. A la derecha destaca una figura vestida de oscuro con un imponente sombrero. Sin duda la persona más significativa del grupo y que sin embargo no ha posado en el centro, cediendo de esta forma protagonismo al conjunto humano como totalidad. ¿Una mezcla de personal auxiliar y pacientes? ¿Una primitiva imagen de un equipo terapéutico?
La foto que el azar quiso cayera en mis manos y me descubrió una historia que no podía imaginar.
El tipo vestido de oscuro, precisamente por su peculiar sombrero, muy probablemente se trata de un médico. Podemos conjeturar por nuestra parte si se trata de W G Van Dort, que aparece como médico en el manicomio según el Directorio Fergunson 1871-72, o bien, si la foto es ligeramente posterior, del Dr. Joseph W. Plaxton, miembro de la Asociación Médico Psicológica Británica (precursora del actual Royal College of Psychiatrists) y que al menos durante 1881 fue superintendente del manicomio de Ceilán, tal y como aparece en el listado de socios. Plaxton no se conformó con ser un participante pasivo de la Asociación, sino que aportó igualmente su experiencia profesional a su revista (por ej. Criminal Insane in Ceylon. The Journal of Mental Science, nº 117, abril de 1881).
Ese mismo año, Plaxton dejó escrito en los informes médicos oficiales del Gobierno Colonial que “una de las mayores causas de preocupación es la imposibilidad del auxiliar común para enfrentarse a un paciente europeo de nacimiento o descendencia. El paciente, a menos que se contrate personal de su misma raza para la ocasión, simplemente toma la dirección del pabellón y sus auxiliares”. ¡Ahí es nada! ¡Ya tenemos respuesta a la adivinanza! Es decir, fundamentándose en una actitud profundamente racista, por el simple hecho del color de su piel, hasta los propios enfermos mentales (ejemplo a lo largo de la historia de grupo humano sometido y abusado) se alzaban sobre las personas dispuestas para su cuidado, sin duda un peldaño más abajo en la escala de valoración social.
La otra cara de la moneda, mucho más dramática y generalizada, la encontramos justo al otro lado del mundo. Como botón de muestra valga un inquietante ejemplo protagonizado por el médico Samuel A. Cartwright. Discípulo del alienista Rush, describió en 1851 dos condiciones psiquiátricas observables exclusivamente en los esclavos negros y que ante nuestros ojos debieran servir, cuando menos, para interrogarnos en torno a la multiplicidad de diagnósticos de quita y pon a los que nos estamos acostumbrando.
Samuel Adolphus Cartwright (1783-1863).
La primera, que denominó “drapetomanía” (del griego δραπετης (drapetes, "fugitivo [esclavo]") + μανια (mania, "locura"), tenía un síntoma patognomónico que era el escaqueo del trabajo, “desconocido para las autoridades médicas, pero bien conocido por los capataces” (sic). La causa “una enfermedad de la mente como cualquier otra alienación mental, aunque mucho más sanable como regla general”. Como terapéutica desaconsejaba la crueldad de entrada, junto al trato amable y protector como a los niños, si bien cuando se mostrasen insatisfechos sin causa justificada no se cortaba un pelo en recetar una tanda preventiva de latigazos.
Peter (¿aquejado de drapetomanía?). Esclavo azotado en Baton Rouge, Louisiana, en 1863. Posteriormente encamado durante 2 meses. Foto National Archives and Records Administration.
La segunda condición psiquiátrica descrita por Cartwright tiene un nombre aún más rimbombante: “Disestesia Aethiopica” (y no las simplezas utilizadas por los capataces del tipo bribonería o bellaquería) que sería la que iba a explicar la tendencia a la pereza de los indolentes esclavos. Se caracterizaba por insensibilidad parcial de la piel y tal letargia mental que por eso parecían medio dormidos. Para Cartwright el motivo de no reconocerse esta enfermedad era el no prestar suficiente atención a sus síntomas definitorios como en general ocurría frente a las enfermedades de la raza negra. Un dato epidemiológico interesante que nos aporta es que la condición abundaba más entre los negros libres que entre los sometidos a la rutina de la plantación, tranquilizando seguidamente a colonos y capataces al asegurar que el mal era fácilmente curable si se aplicaban tratamientos adecuadamente justificados. Como la insensibilidad de la piel era uno de los síntomas básicos había que estimularla, qué alegría la del negro que solícitamente era entonces enjabonado y recibía un buen baño templado, para seguidamente ser restregado con aceite. Desafortunadamente para él, poco le duraría el regodeo al comprobar que, para favorecer la más completa absorción del óleo, le caía ahora una buena tunda de anchos correazos y era estimulado con un penoso trabajo a pleno sol.
A la hora de institucionalizar a una persona de color tampoco las cosas fueron fáciles, mostrándose poco receptivos con ella y muy contrariados el resto de asilados blancos. Generalmente se alojaron en edificios segregados, en condiciones aún más precarias y deplorables que los desdichados pacientes de ascendencia europea. Existieron además un cierto número de manicomios exclusivamente dedicados a la población negra, que probablemente no fueron muchos más precisamente por la reticencia a gastar fondos públicos para estos fines.
Tarjeta postal. Womens buildings and N.C. State Hospital. Goldsboro, N.C. (Carolina del Norte). Escrito a mano en los bordes: Insane asylum for colored people. There are more buildings ("Asilo de alienados para gente de color. Hay más edificios", como para tranquilizarnos con que había sitio suficiente). Inaugurado en 1880 con 420 camas, sigue abierto en la actualidad y mantiene un pequeño museo con su historia.
En cualquier caso, psiquifotos se adhiere a la ola de júbilo despertada tras las recientes elecciones americanas, tambien convencidos de que un mundo más igualitario nos hace a todos más fuertes, incluidos los enfermos mentales, sean estos del color que sean.
BIBLIOGRAFIA.
Cartwright, S. A. Report on the diseases and physical peculiarities of the negro race. The New Orleans Medical and Surgical Journal. Mayo, 1851: 691-715. (Leído en el encuentro anual de la Asociación Médica de Louisiana el 12 de marzo de 1851). Accesible aquíA.M. Ferguson. The Ceylon directory; calendar and compendium of useful information for 1871-72. Observer Press. Colombo, 1871: LXVIII.
Jones, M. Health Policy in Britain's Model Colony: Ceylon, 1900-1948. Orient Blackswan, 2004. Accesible aquí.
Nightingale,F. McDonald, L. The Collected Works of Florence Nightingale. Wilfrid Laurier University Press, 2001. Accesible aquí.
4 comentarios:
Te superas en cada post
Enhorabuena de nuevo
A. Rey
Extraordinario. Este blog forma ya parte de la biblografia (o infografia o como se llame) básica en psiquiatría.
Gracias por tus aportaciones.
Muchas gracias por los ánimos. Yo también me divierto, aunque me empieza a inquietar el trabajo :-)
Lo que hago en Eupsike weblog es un juego de niños, ante las clases magistrales que aportas, y que con avidez esperamos,en cada nuevo Post. Porque es un placer, entrar en la historia, con cada una de tus exposiciones.
MELTXOR DIXIT
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